martes, 16 de diciembre de 2008

Construyendo cronologías, creando culturas.

Alberto Rex González fue quien hace ya unos 50 años, desarrolló una secuencia cronológico-cultural para el Noroeste Argentino a la cual, mal que bien, con más o menos cambios, adaptaciones y reniegos conceptuales por parte de los arqueólogos, seguimos prestando atención, si no adhiriendo.

Alberto Rex González, muchos años después de sus andanzas por el NOA.


Por aquellas épocas, González hace una revisión de las distintas propuestas cronológicas realizadas para el área del noroeste argentino, como ser la de Max Uhle, de 1910, quien fue el primero en tratar de dar una cronología relativa a la región, pero a la cual nunca se prestó suficiente atención. Esto se debió en parte a las interpretaciones que sostuvo su contemporáneo Eric Boman, quien se inclinaba a la idea de contemporaneidad de los restos arqueológicos. Diferente fue la situación de Bennet, que en 1948 desarrolló un intento más amplio y de mayor rigor metódico sobre la cronología del noroeste, realizando una buena síntesis e interpretación cronológica de la por él llamada “cultura de los Barreales”.

González se basa en dicho autor para realizar su cuadro cronológico, pero resaltando que Bennet no consultó los materiales arqueológicos, y que por lo tanto su estudio se basa puramente en la literatura. Claro, Rex hace esto para destacar la importante diferencia metodológica que posee respecto a su antecesor. Él se basa en una serie de campañas arqueológicas al Valle de Hualfín, en el Departamento Belén, de la provincia de Catamarca.

En el desarrollo de sus cuadros cronológicos eligió el valle de Hualfín por una serie de razones:

a) por ser una unidad geográfica muy bien definida, un valle de 15 X 35 Km., cerrado por cadenas montañosas en casi todo su perímetro;

b) por ser el “corazón” del área denominada como Diaguita, a la cual González considera más adecuado o mas preciso llamarla por el termino geográfico “región central del NOA”, definida anteriormente por Bennett;

c) y por último, por poseer el Museo de Ciencias Naturales de La Plata las notas completas y materiales de las tumbas excavadas por el pionero Muñíz Barreto.

Por todas estas razones, cree que una base cronológica establecida desde este lugar, puede llegar a ser válida para gran parte de la zona central.

El cuadro que González va a proponer en un primer momento se basa en inferencias cronológicas parciales, en algunas superposiciones de tumbas, en el proceso de seriación de estas tumbas, en correlaciones tipológicas, y en el examen de los resultados y conclusiones de otros autores. Mas adelante en el tiempo, González incluye a lo anteriormente expuesto, cinco fechados radiocarbónicos que confirmarían lo que venia pensando acerca de la “cultura de los barreales”.

En el texto de Contextos Culturales y Cronología Relativa en el Área Central del NOA, González establece una secuencia crono-cultural para diferentes zonas del noroeste argentino.

Identifica el Horizonte Precerámico para las áreas del Valle Calchaquí, Valle de Hualfín, La Rioja, San Juan, Santiago del Estero y Sierras Centrales, conformada por la cultura Ayampitín, a la cual toma como base, aunque no deja de lado que pudieran haber coexistido otras industrias líticas.

Luego del Horizonte Precerámico, se ubican las Culturas Agro-Alfareras, colocando en su cuadro a la cultura de La Aguada como la más antigua. Uno de los criterios en lo que se basa para esta inferencia es la escasez de enterratorios de párvulos en urnas (siendo mas frecuentes en Ciénaga). Esta cultura posee una cerámica que Bennett llamó “Ciénaga Polícroma”, o también llamada “Barreal Pintado” o “Draconiana Pintada”, con decoraciones de motivos zoomorfos y antropomorfos, así como lo llamado hasta ese momento “figuras draconianas”, que González empieza a relacionar al felino, en particular al jaguar.

Siguiendo el orden cronológico, coloca a “Ciénaga I y II”, luego a “Condorhuasi”, “Belén” y “Santa María”.

Para determinar el paso de una cultura a otra, observa principalmente los cambios en los estilos y tecnología cerámica, pero también la metalurgia, los artefactos líticos y óseos, los recintos habitacionales, la funebria y la economía.

En el texto Cultural Development in Northwestern Argentina, González propone una secuencia cronológica similar a la anterior, pero presentando unas cuantas correcciones gracias al novedoso uso de los fechados radiocarbónicos:

§ La tradición más antigua bien definida y fechada (cueva de Intihuasi, 6000 AC) es la “cultura Ayampitín”, de puntas lanceoladas. A continuación del horizonte de puntas lanceoladas, hay una diversificación en el tipo de puntas, con variedades pedunculadas y apendunculadas.

  • Período Temprano o Cerámico Inicial (200-700 DC): se inicia con la introducción de la alfarería y termina con la influencia Tiahuanacoide. Se incluyen los complejos Tafí, Ciénaga, Condorhuasi, Candelaria I, Tebenquiche, Laguna Blanca, Cultura de los Montículos, entre otras.
  • Período Intermedio o Cerámico Medio (700-1000 DC): influencia Tiahuanacoide evidente sobre todo en la Puna de Atacama; este período está marcado por el desarrollo y declinación de Aguada, Hualfín y San José.
  • Período Cerámico Tardío (1000-1450 DC): surgen complejos locales bien integrados. Se incluyen los complejos Belén, Santa María, Sanagasta, Hornillos, Tilcara Negro Sobre Rojo, Coquimbo Clásico, Puneño, Arica.
  • Período Inca o Imperio (1450-1550 DC).

Según González, el desarrollo cultural del NOA y las zonas adyacentes de Chile es un producto de factores geográficos y medioambientales, los cuales presentan una variedad de zonas ecológicas que la exponen a diferentes influencias. La dirección de la evolución, hacia una mayor complejidad cultural y social, muestra los efectos discontinuos de las presiones desde el Altiplano y desde las Florestas Tropicales. Se trata de un espacio donde se fusionan elementos de origen muy diferente para producir un resultado netamente local.

En el artículo La Cultura de La Aguada del Noroeste Argentino, González explica la razón por la cual cambia la secuencia cronológica.

Para González, la cultura Barreal, como había sido definida abarcaba un lapso de tiempo muy grande e incluía materiales muy diferentes, por lo que se la puede dividir cultural y cronológicamente. Como en “Barreal” hay distintos tipos y de distinta temporalidad, se debe eliminar estas asignaciones y realizar nuevas definiciones. La cultura de los Barreales pasa a ser dividida en dos culturas diferentes que son denominadas según dos localidades típicas: La Ciénaga y La Aguada, y caracterizadas por diferentes tipos de tecnología y estilo cerámico, así como por distintos tipos de enterratorios y asociación con industrias líticas. Por otro lado, los estilos “Ciénaga Polícromo” y “Huiliche Monócromo”, como los ha definido Bennett, son contemporáneos.

González propone que La Aguada es una cultura de origen andino, con características como la técnica metalúrgica avanzada, la elaborada alfarería, la escasez de entierros en urnas, el uso de la llama. Su origen pudo estar en la cuenca del Titicaca, en el periodo clásico.



Vasija modelada estilo Condorhuasi (foto afanada de www.naya.org.ar).


Vaso con decoración incisa perteneciente a la "Cultura Ciénaga".


Vasija ornitomorfa, negra bruñida con decoración felínica incisa. "Cultura de La Aguada".

Urna para párvulos. "Cultura Belén".

Urna "Santamariana", usada en enterratorios de adultos.

Arívalos Inkaicos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque con algún retraso, feliz año.

Anónimo dijo...

recién acabo de leer que las urnas Santamarianas (bicolor) son de entierros de adultos (?)de donde se obtubo esa información?